LA HISTORIA DEL LORO MOJADO
LA HISTORIA DEL LORO
MOJADO
POR: ARGUINALDO ©
Amigos, amigas que me leen, de nuevo contigo tu amigo
Arguinaldo trayéndote un mensaje de alegría, vida, esperanza y reflexión.
Recuerda que el tiempo que dediques en tu vida para mejorar y ser más sabio no
es tiempo perdido, de hecho, es el tiempo más valioso y mejor aprovechado que
puedas tener porque al ser una mejor persona, te sentirás mejor contigo mismo y
hará que los demás se sientan mejor a tu lado.
Recuerda que tú eres el
reflejo de tus dificultades y que los demás te trataran según tú te comportes
contigo mismo
Recuerda también compartir esta publicación con tus amigos,
tal vez alguno de ellos necesite un consejo o un momento de reflexión y este es
un espacio para que esa reflexión se produzca. Tal vez estas palabras ayudan más
a tu amigo o a tu amiga que un cheque en blanco girado hacia la nada y, quizá
ellos logren tomar una decisión más adecuada sobre sus dificultades. Recuerda que nuestra vida hay un tesoro más
valioso que el oro y ese eres tú y tu buen consejo.
Hoy quiero hacer algo especial, una especie de parábola, que
he titulado: La historia del loro mojado.
“Una pareja algo joven e inexperta, luego de dos años de
matrimonio tuvieron un bebe hermoso, un niño. Al ser el primero lo quisieron
como a pocos, lo alzaban, lo mimaban, hacían todo lo posible para que ese bebe
estuviera contento y satisfecho siempre. Pasaron dos años y él bebe crecía y crecía,
pero no hablaba, los padres un poco preocupados estuvieron pendientes de él,
pero dejaron pasar un tiempo mas así para no presionar al bebe. Él bebe cumplió
tres años y no hablaba, y todos comenzaron a acosarlos diciéndoles que eso no
era normal y que él bebe tenía que hablar pronto.
Lo llevaron a varios médicos y todos coincidieron que eso no
era normal, que necesitaba tratamiento. Lo enviaron a terapias de lenguaje, a
terapias especiales y ellos iban de aquí para allá de médico en médico, de
terapia en terapia, pero él bebe no hablaba. El niño cumplió cuatro años y nada
que hablaba, los padres se dieron por vencidos con los médicos y comenzaron a
escuchar cuanta vecina pasaba y les decía los remedios caseros que tenían que
hacer: de todas las aguas habidas y por haber le dieron, miel con mantequilla, panela
con tocino, agua de hierbas verdes, de hierbas rojas, de flores doradas, de flores
blancas, pegarle con flores blancas, un embrión de pollo de ayunas, estrellarle
un huevo en la cabeza, bañarlo a la luz de la luna, a la luz del sol, echarlo
de la casa hasta que hablara, en fin, de todo les aconsejaron ellos que muy
obedientes lo hicieron todo, pero el niño nada que hablaba.
Cumplió cinco años y lo único que les quedaba era la iglesia,
hicieron mil promesas, subieron a los cerros de rodillas, caminaron descalzos,
le dieron el doble de limosna al cura, se pusieron frijoles en los zapatos,
lentejas en los calzones, les rezaron a los ocho mil doscientos veinte santos
que tenían antecedentes de curar el habla, caminaron al revés tres días
seguidos ¡De todo! Pero el niño nada que hablaba.
Un día, una campesina que pasaba por ahí les dijo que ella había
tenido el mismo problema con uno de sus quince hijos y que lo había resuelto
dándole las sobras de un loro mojado, porque los loros mojados eran los que más
hablaban. Los padres, resignados, aceptaron el reto, además que tenía sentido
porque los loros eran los únicos animales que hablaban como los humanos (que no
son animales, claro). Lo primero fue conseguir el loro, lo buscaron por todas
partes y los que encontraban no hablaban bien o hablaban inglés porque los habían
educado en una organización de derechos humanos y ellos pensaban que eso
enredaría más al niño. Cruzaron todo el país y, por fin encontraron un loro que
hablaba bien y que podía resolver el problema del niño, el único inconveniente
era que el loro era la mascota de un grupo político que tenía su sede en el
centro de la ciudad. El papá se lo llevo en el carro y durante el viaje el loro
le echó un discurso de una hora sobre la constitución y el decreto de las víctimas
que lo dejó convencido de votar por el loro cuándo él quisiera.
Llegaron a la casa y le dieron de comer al loro esperando las
sobras para dárselas al niño, pero el loro se comió todo y no dejó nada. Eso sí,
el loro no paraba de hablar y de prometer cosas, en una semana ya las había
prometido un hospital en la casa, un sistema de salud más eficiente, una casa
en el campo, una reforma tributaria, un aumento en el salario, educación
gratuita para todos los de la casa, un montón de subsidios y una serenata con mariachis
el día de la posesión, pero nunca ¡Nunca! Dejaba sobras, siempre dejaba la taza
de la comida limpia, ni siquiera había necesidad de lavarla.
Ellos desesperados no sabían que hacer y lo peor era que
cuando llamaban a la sede política para devolver al loro no les contestaban,
los dejaban escuchando una máquina que prometía lo mismo que el loro. Lo único
que se les ocurrió fue sentar al niño frente al loro todo el día y dejarle a la
providencia si el niño aprendía hablar con semejante maestro. Pasaron los días
y nada, los meses y nada. El niño ya
tenía seis años y no hablaba. Un día el padre desesperado agarró al loro por
las alas y lo sacudió exigiéndole soluciones pero el loro lo único que dijo era
que los iba demandar por injuria, calumnia y daños en bien ajeno y que si
tenían pruebas pues que las mostraran en el congreso. Después, llorando, el
padre se arrodilló frente al niño y le dijo:
—Hijo mío, ya lo hemos intentado
todo, ya no nos queda más por hacer. Yo no sé cómo mas ayudarte. Dime, hijo mío
¿Por qué no hablas?
El niño se quedó mirándolo un momento y le contestó
—¿Y para que voy a hablar si este
loro ya me prometió todo lo que quiero?
—¿Desde cuando hablas? —preguntó la
madre atónita
—Desde que tengo memoria —dijo el
niño
—¿Y por qué no nos lo habías dicho? —preguntó
el padre sorprendido
—Porque nunca me lo habían preguntado”
El niño hacía mucho tiempo sabía hablar pero no lo hacia porque
no sentía la necesidad de hacerlo ¿Cuántas veces nos pasa lo mismo en la vida?
¿Cuántas veces tenemos las respuestas en las manos y no la usamos porque no lo
consideramos necesario? Las respuestas a todas nuestras preguntas las tenemos
al frente de nuestros ojos, pero no las vemos sencillamente porque no queremos
verlas o no nos interesan.
Los padres buscaban respuesta en todo sitio, de aquí para allá
buscando la formula para que el niño hablara, pero se les había olvidado lo más
obvio: preguntarle al niño si ya sabía hablar. Le consiguieron un loro que los enloqueció
con sus discursos, pero el loro no tenía la culpa de nada porque la única
función del loro en nuestra sociedad es entretener y para eso repite y repite
lo que escucha ¿Cuántos de nosotros solo somos loros? Que repiten y repiten lo
que escuchamos sin analizar nada y sin tomar ninguna clase de decisión por nosotros
mismos.
Nos quejamos de que la vida esta cara, pero así como los
padres del niño ¿Cuánto dinero despilfarramos en cosas que no son necesarias,
en repuestas que no solucionan nada? Si tienes una crisis de plata te aconsejo
que revises lo que tienes en tu casa y te liberes de lo que no necesitas para
ser realmente feliz y solucionar esos problemas ¿Cuántos de ustedes compran y compran
cosas que no necesitan y luego se quejan porque el sueldo no alcanza?
Esa es la historia del
loro mojado: que repite lo que los demás hacen pero que no es capaz de razonar
por si mismo.
Así mismo está la historia del niño ¿Cuántos de ustedes solo hablan
por hablar? El niño es muy sabio porque él dice: a mí no me preguntaron nunca
si sabía hablar y si nadie me preguntaba ¿a quién le iba yo a contestar? Y por
otra parte, él solo hablo cuando fue necesario, cuando se dio cuenta que su
padre con lágrimas en los ojos se entregaba resignado a su causa
¿Cuántas veces tu
despilfarras tus palabras, tu esfuerza, tu dinero, tu tiempo?
Esa es la historia del padre que se iba a dar por vencido en
la puerta del horno, iba a tirar la toalla porque pensaba que lo había hecho
todo y resulta que le faltaba lo más sencillo: preguntarle al niño si ya hablaba
¿Cuántas veces te ha pasado lo mismo? ¿Cuantas veces te has dado por vencido en
la puerta de la respuesta, cuando has transitado un largo camino y solo quedar
mover la perilla para abrir esa puerta y hallar la solución a tu problema? Eso
pasa sobretodo porque no se sabe qué es lo que se busca. Por eso es tan
importante que busques bien, que reflexiones sobre ello, pero sobretodo: que sepas que es lo que vas a buscar.
Conozco personas que se sienten solas y se la pasan encerradas.
Conozco personas que tienen problemas de dinero y se la pasan durmiendo. Conozco
personas que critican los gobiernos pero que no ayudan a nadie. Conozco médicos
que critican el sistema de salud. Conozco profesores que critican el sistema educativo.
Conozco sacerdotes que dudan de la existencia de Dios. Todo eso se da porque no
sabemos que estamos buscando, porque no sabemos a donde nos debe llevar el
camino. El profesor tiene que enseñar, el medico tiene que curar, el sacerdote
tiene divulgar su fe. No se necesita nada para eso más que la voluntad y el
deseo de compartir un mensaje con los demás. El mensaje de que uno sabe para dónde
va y, por tanto, no hay riesgo de perderse.
Pero si hacemos como los padres del niño que daban vueltas y
vueltas por ahí sin saber qué hacer, nunca se va a encontrar la respuesta
porque ni siquiera se conoce la pregunta.
Si hacemos como el loro, nos la vamos a pasar repita y repita,
haciendo todo lo que los demás hacen, piensan, visten o comen, pero nunca vamos
a ser nosotros mismos, nunca vamos a encontrar nuestra propia identidad.
Soy tu amigo Arguinaldo que te invita a ser como el niño,
sabio, prudente y lógico. No quieras ser
lo que no eres, sé lo que tú eres y nada más. No te dejes influenciar por
las cosas, si esas cosas no te van a llevar a un lugar mejor para tu vida es
mejor no seguirlas. Prefiere siempre el esfuerzo y la disciplina para conseguir
con tu mano las cosas que necesitas y no que te regalen diez mil coas inútiles
y que solo te van a estorbar en tu vida.
No te vendas por las sobras de un
loro, busca tu felicidad y lucha por ella.
Amigo, amiga que me lees, soy tu amigo Arguinaldo que te dice
que no busques la respuesta en otra parte que no sea en ti ¿Qué es lo mejor
para ti? Recuerda que si tu estas bien vas a reflejar ese comportamiento en los
demás y así ellos te van a tratar igual de bien, pero si tu estas solo por aparentar
te van a tratar como una apariencia y si tú te sientes mal con lo que haces, te
vas a portar mal con los demás y ellos se portaran mal contigo. Pensar en ti no
es egoísta, es la única forma de sentirte bien y hacer sentir bien a los demás.
La respuesta de la felicidad no está en las cosas que posees sino en la bondad
que tengas.
Te invitó a compartir este mensaje en tus redes y a que sigas
conectado a La colcha, parche parlanchín. Innovamos todo el tiempo, nos
buscamos a nosotros mismos, pero siempre con el único objetivo de compartir lo
que nos gusta y lo que nos hace felices. Únete a nosotros. Inspírate y llena tu
vida de alegría. Te lo mereces. Hasta la próxima semana y lucha por no ser un
loro mojado.
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