VI UN PERRO BLANCO EN LA CALLE ¿SERÉ GAY?
VI UN PERRO BLANCO EN LA
CALLE ¿SERÉ GAY?
POR: NARCISO EL
INDECISO ©
¡Ay no! ¡No sé cómo salir de esta angustia! Tengo dolor de
cabeza, me duelen hasta las uñas. No sé cómo salir de esta ¡No sé qué hacer o a
quien acudir! Tal vez por eso llegué hasta aquí, ustedes son mi último recurso,
si ustedes no me ayudan, creo que voy a morir.
Esta mañana iba caminado por la calle, tranquilo como una nube
en el verano cuando de pronto ¡Tenga hijumadre! Un bus atropelló a un viejito.
Lo mandó por allá lejísimo, como a unas dos cuadras. Todos los que estábamos por
ahí nos asustamos terrible, a mí se me bajó la tensión, sentí un frio horrible,
creí que mis ciruelitas se congelaban ¡Ay! Yo creo que me dolió a mí que a él. De
la angustia yo solo pensaba ¿Qué está pasando en este mundo cochino? ¿Por
qué la gente es así? Pobre viejito.
Y para colmo de mi angustia, todo el mundo se fue corriendo a
ayudar al viejito, yo quería ir también pero no pude, el miedo me dejó estático,
como una estatua, quieto como una flor. No podía mover ni el meñique, ah, es
que yo soy así cuando me pongo nervioso.
Se formó una algarabía alrededor del viejito. Todos corrían,
todos gritaban, todos llamaban por celular, buscaban una ambulancia, llevaban
extintores, de todo. Y yo ahí, quieto como una flor. Yo no sé si el viejito era
alguien importante o el mozo de algún político pero el caso fue que la
ambulancia y la policía llegaron en minutos, no tocó esperar la media hora reglamentaria,
en menos de cinco minutos la ambulancia llegó, paró y se bajaron los
paramédicos a auxiliar al viejito y después la policía, y los bomberos y la
defensa civil, y la cruz roja y la cruz verde, y la cruz amarilla y la morada,
de todos los colores. Mejor dicho, llegaron todos y acordonaron la zona con
cintas de emergencia y conos y señales, y yo ahí, quieto como una flor.
Cerré los ojos porque no quiera ver ni una gota de sangre, ni
una sola, le tengo un pavor a la sangre, me recuerda a mi madre… porque era
enfermera. Entonces apreté los ojos y apenas si escuchaba los gritos y los
berridos de todo el mundo pidiendo que ayudaran al viejito y que no le robaran
las cosas que tenía en el bolsillo, porque si hay gente abusiva ¿no? Y yo
sentía que todos iban y venían y yo quieto como una flor.
Cuando de pronto, abrí los ojos para chismosear como iban las
cosas y en medio de toda esa multitud vi pasar un perro blanco, divino, divino,
divino, y yo pensé ¡ah, qué tan divino ese animal!
Pero me acordé que mi papá decía: No, no, no, los perros no
pueden ser divinos, los perros están para ladrar. Y yo pensé, pues si, si un
perro no ladrara pues no sería perro ¿no cierto? Pero es que este era divino y
lo mejor fue cuando comenzó a ladrarle al viejito que seguía tendido en el
suelo y yo pensé ¡Ah, tan divino el perrito y ladra para mejorar las cosas!
Pero me acordé que mi papá decía: No, no, no, los perros no
son divinos porque caminan en cuatro patas y orinan levantando una. Y yo pensé:
Ah, es cierto, los perros caminan en cuatro patas, pero ¿qué se sentirá estar
en cuatro patas todo el día, de aquí para allá? Uyy, me pasó un escalofrió que
me dejó arrozudo, arrozudo.
Y yo no sabía que hacer porque el viejito seguía ahí tirado
ya para morirse y el perro divino ladrándole y ladrándole y la gente tratando
de espantar al perro ¡Tan malos ¿no cierto?! ¿Por qué la gente será tan mala
con los animales? Y yo ahí, quieto como una flor.
Y yo me quedé mirando al viejito y al perro y pensé: ¿Cómo hará
uno para orinar en tres patas? ¿Y con la gravedad no le caerá encima a las
otras patas? ¿Y qué tal que el perro se orine encima de ese viejito? ¿Y qué tal
que la gente le haga algo al perro? ¡Ay, no! Yo sufría y sufría. Pero no podía
moverme porque había quedado quieto como una flor.
Y me comenzaron a invadir los nervios, me puse nervioso,
nervioso ¿Se imaginan yo convertido en un perro, orinando con las tres patas
sucias y oliéndole la cola a todo el que pasara? Qué asco, fuera a algunos pues
hasta de pronto, pero ¡a todos! No, no me lo imaginaba. Y mientras tanto estaban
los paramédicos encima del viejito reanimándolo porque del susto ya le había
dado otro desmayo. Y se angustiaron todos. Y se afanaron todos. Y corrían de
aquí para allá como un grupo de hippies detrás de una pipa. Y yo ahí, que no
podía moverme, ahí quietico, quietico como una florecita.
De pronto, los paramédicos levantaron al viejito y lo
pusieron en la camilla. Y el perro ladre que ladre, y todo el mundo abriéndole
paso a la camilla para que pudiera llegar rápido a la ambulancia y se pudieran
llevar al viejito al hospital. Y todos afanados. Y los paramédicos montaron esa
camilla como pudieron y cuando iban a cerrar las puertas ¡zas! Que el perro da
un brinco y se les mete. Y preciso el camillero no le pudo avisar al conductor
y la ambulancia arrancó con todo y perro ¡ahhhh, yo me quería morir! Pobre perrito,
en un hospital y sin estar enfermo ¡Se lo iba a llevar la parca porque lo peor
que le puede pasar a uno en un hospital era estar alentado! ¿Y qué tal que le pusieran
el suero al perrito y pusieran al viejito a ladrar y a andar en cuatro patas?
¿Y yo? ¡Ay, no casi me muero! Yo me imaginé a ese perro por allá en exámenes,
metiéndole la manguera para el enema, abriéndole la boca para revisarle la
garganta, comiendo gelatina sin sabor ¡Ayyy, no que angustia! Yo no sabía que hacer
y todo el mundo iba de aquí para allá y corrían y gritaban y yo ahí, quieto
como una flor.
¡Y con este gobierno que uno no sabe lo que quiere! ¡Qué
angustia! Entonces pensé: no, tengo que ser valiente, tengo que dejar de estar quieto
como una flor y lanzarme al vacío para tratar de arreglar ese problema. Y me acordé
que mi papá siempre decía: solo los valientes resuelven sus problemas, solo los
valientes luchan y salen adelante, solo los machos son valientes ¡Ay, no, que
angustia! ¿Qué tal que yo no fuera valiente? Ay yo no sabía qué hacer, nada, estaba
mas preocupado que un gordo en un gimnasio.
La ambulancia se fue, después la policía y después el resto y
y ahí, quieto como una flor. Después de que pasó todo eso, la gente se comenzó
a ir, se devolvieron por donde llegaron y los gritos y las lágrimas y la angustia
y toso eso, desapareció como si nada hubiera pasado. Y cuando ya no quedaba
nadie, saqué fuerzas de donde no tenía y deje de estar quieto como una flor.
Pero después no supe que camino coger, para dónde agarrar ¡Y que angustia que
me dio!
Y por eso estoy aquí ¡No sé qué hacer! ¿Será que voy al
hospital y pregunto por el perro? ¿Qué me aconsejan? ¿Por qué uno tiene que
vivir con tanta zozobra? ¿Por qué puede haber paz para una persona alegre y divertida
como yo? ¿Por qué siempre se presenta algo que le quita a uno el sueño? ¿Y qué
tal que no pueda volver a dormir de nuevo? ¡Ay, no! ¡Y las ojeras! ¡No! Otra
migraña. No sé qué hacer ¿Qué me recomiendan?... pobre perrito ¿y que tal que
el hospital sea público?
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