EL SÍNDROME DE LA COLA DE PERRO
EL SÍNDROME DE
LA COLA
DE PERRO
POR: ARGUINALDO ©
Amigos, amigas que me leen, de nuevo contigo tu amigo
Arguinaldo trayéndote un mensaje de fe, de esperanza y de ayuda para tus
necesidades. Recuerda que estoy aquí para ayudarte y que puedes contactar
conmigo en cualquier momento a través de la página de contactos o de los
comentarios en la entrada.
Amiga, amigo que me lees ¿Alguna vez te has sentido oprimido,
cansado, sin motivos para continuar? ¿Alguna vez te has encontrado en una
situación tan monótona, tan rutinaria, tan seca y falta de emoción que te
cuesta levantar la cabeza para mirar al frente o abrir los ojos para no dormirte
en tu escritorio? Si es así, es porque has sufrido del síndrome de la cola de
perro. Pero no te preocupes, no eres el único, muchos han sufrido esas
situaciones y depende del interés, del carácter y de la persistencia de cada
uno, el poder salir de esa encrucijada y dejarla atrás, en el lugar que se
merece.
Recuerda que tú naciste libre, feliz y pleno y que ese es tu
estado natural, entonces cuando te sientas cansado y aburrido lo que debes
hacer es buscar la forma de volver a ese estado que te aguarda con paciencia
dentro de tu corazón.
Naciste libre, feliz y
pleno
y ese es tu estado natural
Una mañana iba caminando por la calle cuando me encontré un
amigo, hacía varios años no le veía, pero aun así lo reconocí a simple vista. Lo
reconocí aunque me dio un poco de pesar, su físico era el mismo, pero lucia
como más cansado, como más aburrido, como si ya no tuviera fuerzas para
continuar.
Lo invité a tomar café, le hablé de mis proyectos, de La
colcha, parche parlanchín y de todos los sueños que tenemos aquí y él apenas se
sonreía y me miraba con resignación. Le pregunte por su vida y me contestó
contrario a la energía que yo irradiaba, con una pasividad absoluta:
—ahí, llevándola ¿Qué más se puede
hacer?
No sé lo dije en ese instante, pero de inmediato supe que mi
amigo tenía muchos más problemas de los que quería contar y que no quería
contarme sus problemas solo porque pensaba que a mí no me interesaban, pero yo era
su amigo y uno de mis deberes era escucharlo para que él se desahogara. Recuerda
que un amigo no debe estar ahí para tomar partido sobre un problema pero si
para escuchar y permitir que esa otra persona saque todo lo que la atormenta y
encuentre una salida por sí mismo. Hay amigos muy metidos que quieren cambiar
la vida de los demás y terminan agrandando un problema que en principio era
pequeño ¡Así no se hace un buen amigo! El buen amigo escucha paciente con
atención, con interés y luego, anima a la otra persona para que resuelva sus
problemas con serenidad e inteligencia. Un amigo no es el que pasa un cuchillo
para que el otro apuñale, es el que insiste en que con un cuchillo no se resuelve
nada.
El buen amigo escucha
paciente con atención,
con interés y luego,
anima a la otra
persona para que resuelva
sus problemas
con serenidad e
inteligencia
Comencé entonces a preguntarle a mi amigo como estaba en su
trabajo, en su casa, con su familia, con sus amigos o compañeros y en toda
situación me contestó
—ahí, llevándola ¿Qué más se puede
hacer?
Completamente derrotado, entregado, apaleado por una vida que
había escogido como propia, pero que en ningún momento le estaba diciendo que
esa era la vida que él merecía vivir. Seguimos y seguimos hablando hasta cuando
él ya cedió un poco, comenzó a alargar más sus frases y, por fin, llegamos al
punto:
—hermano —me dijo— tengo una pereza
de ir a trabajar.
¡Ahí estaba el punto! Mi amigo trabajaba en la oficina de un
banco, comprobando solicitudes bancarias y aprobándolas o negándolas con un
sello, era un buen puesto, recibía cierta comisión por esos trámites, tenía un
buen sueldo y una estabilidad que muchos envidiarían, pero él se sentía atrapado
por la rutina, la monotonía y le había perdido tanto interés a su trabajo que
se la pasaba pensando en mil cosas sin importancia y solo trabajaba cuando su
jefe estaba cerca. ¡Ese era el problema! Mi
amigo sufría del síndrome de la cola de perro.
El síndrome de la cola
de perro es solo moverse cuando uno se ve obligado a hacerlo. Los perros cuando ven a los dueños
mueven la cola como el parabrisas de un camión, pero no mueven la cola por
cariño a su amo, no, eso es lo que creemos la mayoría, pero en recientes
investigaciones científicas han descubierto que los perros mueven la cola
porque saben lo que el dueño significa: el dueño, el amo de ese perro significa
supervivencia, significa comida. Es lógico. Ponte a pensar ¿A qué perro le gustaría
ver llegar a un barrigón a la casa para que comience a regañarlo por los daños
que hizo o para que se le acueste encima y comience a hacerle cosquillas entre
los dientes? Imagínate en esa posición, que estuvieras tranquilo todo el día y
que de pronto llegara alguien a molestarte, a tocarte y a culparte por todo lo
que sale mal. A ningún perro le gusta eso.
Entonces ¿Por qué mueve la cola con efusión al ver al amo? Sencillo,
porque el perro –por la costumbre- ya sabe de la relación directa que hay entre
el amo y las sobras de la cocina o la bolsa de la comida. Sabe que ese desgraciado
le echa tres nudos a la bolsa para que él no pueda abrirla y solo es el amo el
que puede desenredar esos nudos para poder comer bien. El perro lo sabe y menea
su cola, no porque llegó el amo sino porque llegó la herramienta que va a abrir
la bolsa de la comida o el que va a llenar de sobras deliciosas su taza siempre
vacía. ¿Ves cómo funciona? El perro ve en su amo una herramienta de supervivencia
mientras el dueño se la pasa creyendo que el perro se pone feliz cada vez que
le ve su cara de caricatura que solo produce risa y lastima.
Y, en realidad, el perro es el dueño de esa situación porque
le demuestra al dueño que él es el que manda y el dueño es el gentil sirviente
que lo baña, lo consiente y le da de comer sin protestarle. Y si el dueño no está
dispuesto a cumplir con sus servicios, el perro destroza, se come las chancletas
y rompe las tangas de todas las mujeres de la casa. Y, aun así, el dueño piensa
que tiene el control y el mando, pero no, es solo un simple sirviente que se
mueve solo por ver esa cola meneándose de aquí para allá deseosa por comer y
que le niega en la cara que le pertenece a alguien.
Esa es exactamente la misma situación que vivía mi amigo y
muchas otras personas que sufren del síndrome de la cola de perro. Trabajan solo
cuando el jefe los ve y menean la cola solo para que el jefe los vea y los
premie con el sueldo. Al final ese jefe termina siendo el engañado porque le estaba
pagando a un montón de personas por un servicio o por una función que no
prestan ¿Cuántos funcionarios públicos se dedican solo a mover la cola para que
les paguen el sueldo sin realmente rendir o cumplir con los oficios para los
que fueron contratados?
Pero ¡Ojo con eso! Porque nosotros creemos que estamos engañando
o pasando el tiempo esperando a que el cheque llegue, pero en realidad somos
nosotros los que nos estamos engañando porque es el tiempo el que está pasando
por nosotros y nos está consumiendo mientras nosotros lo dejamos pasar. ¡El síndrome de la cola de perro es la
destrucción de la voluntad!
El síndrome de la cola de perro solo lo poseen las personas
que quieren cobrar el sueldo, que solo se levantan, llegan temprano al trabajo,
salen a tiempo y se vuelven acostar sin producir nada. Pero ¿Qué pasa con el
perro que se queda esperando a su amo? Pasa que por esperarlo no disfruta de su
vida, se le pasa el tiempo sin hacer nada y cuando llega a la calle todo le
parece tan extraño y tan rudo que siente miedo y tira de la correa para que lo vuelvan a llevar pronto a su confort. Eso es exactamente
lo que les pasa a las personas que sufren ese síndrome. Se quedan en su confort
tanto tiempo que cuando se dan cuenta
que hay que levantarse y salir, se acobardan, se entristecen y deciden
encerrarse aún más para que no les pase nada… y ese encierro es la causa de
la monotonía, del aburrimiento y de la tristeza por entregar la vida.
Entregaste la vida por
un cheque.
Entregaste la vida por
un montón de
papeles que ya no están
en tu bolsillo
Por tener el síndrome de la cola de perro perdiste la oportunidad
de vivir más y mejor e, incluso, de tener más riqueza y más tranquilidad.
La solución es una sola: ¡Vive y goza de la vida! Deja a un lado
ese terrible problema que nos rodea a todos y es el de pensar que el dinero lo
puede todo. Mentira, más importante que el dinero es tu felicidad, incluso
amigo, amiga que me lee, si eres feliz vas a conseguir más dinero, si es que
eso es lo que te preocupa. Un trabajador aburrido, con mala anergia, tarde o
temprano es descubierto y reemplazado por otro, mientras que el trabajador alegre,
el que aporta, el que recibe a todos con alegría y entusiasmo, se hace
indispensable y nadie lo saca y, es más, pueden llegar a pelearse por él.
Así que mi consejo para mi amigo y para ti si sufres de este
mismo mal, es este: no seas mascota de nadie, no te entregues solo a un trabajo
por un cheque, no ejecutes una función solo porque te ven. Si vas a trabajar
que sea porque te gusta, si vas a cobrar que sea porque sabes que es fruto de
tu esfuerzo y no de la casualidad o de la tolerancia de tus jefes y, sobre
todo, si eres bueno en algo, si realmente tienes una destreza especial para alguna
cosa y eso te llena, te hace feliz, no desperdicies la posibilidad, dedícate a
eso, dedícate a ser feliz; se presentaran dificultades, pero con constancia,
con persistencia y con la seguridad que te proporciona el saber que estás
haciendo el bien y que eres el mejor porque haces lo que te gusta las podrás
superar.
Amiga, amigo que me lees, aléjate de la cola de perro, aléjate
del conformismo de un puesto, eres muy valioso como para desgastar tu vida en
un escritorio o en un lugar sin importancia. Cree en ti, en tu importancia y,
sobre todo, en tu felicidad.
Soy tu amigo Arguinaldo, que te dice que eres grande, que
eres maravilloso, pero que puedes dar más de lo que hasta ahora has mostrado. Dale
con ganas, lucha en la vida y conquistaras tus metas, recuerda que la felicidad
siempre está en ti y que solo depende de
ti aflorarla o apagarla.
Te doy las gracias por el entusiasmo con el que recibes
nuestras palabras. Seguimos creciendo en La colcha, parche parlanchín, a pasos gigantescos,
aquí hasta el más crédulo está sorprendido y, lo mejor, es que vienen cosas
maravillosas. Sigue con nosotros y sigue apuntando hacia tu felicidad. Gracias y
te saludo desde aquí, tu muy buen amigo: Arguinaldo.
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